La televisión fabrica el olvido; el cine fabrica recuerdos.
J. L Godard.
La televisión es el medio de masas por excelencia, el canal audiovisual que llega a mayor cantidad de consumidores y sin duda la experiencia comunicacional más impactante del siglo XX. Dentro de este análisis, me limitaré a examinar ciertos textos bilbiográficos que muestran las diferentes etapas de la televisión como medio imperante, y cómo ésta afecta a la sociedad de un modo irrefrenable. Por otro lado, expondré determinados casos en los que ciertos artistas intentaron cambiar las concepciones de esta misma.
Nacida como medio en base a una ideología de servicio publico en Europa mientras que en los Estados Unidos su espíritu fue siempre comercial. En los años ochentas la televisión comenzó a vivir un proceso de transformación. Los grandes monopolios estatales debieron compartir su espacio con las nuevas cadenas privadas. Por otro lado la segmentación de la audiencia y las formas de consumo – ahora fragmentado gracias al ritmo del zapping a partir del control remoto. Esta transformación fue definida por Humberto Eco como el paso de la palotelevisión a la neotelevisión.
En el mundo occidental, el cine y la televisión están forjados por la mirada del hombre blanco. El eurocentrismo, concepción histórica según la cual el mundo europeo occidental es el centro y motor de la Historia Universal, rige como punto de vista excluyente, y surge principalmente de los colonialistas con los que América y África tuvieron que convivir originariamente, cambiando las ideologías tradicionales que estas tierras atesoraban. Esto genera claramente, un punto de vista único y privilegiado para unos pocos. El autor J. M. Blaut define el eurocentrismo como el modelo del mundo del colonizador que moldea la historia.
El discurso eurocentrista proyecta una trayectoria histórica lineal que va desde la Grecia (idealizada como pura, occidental y democrática) hasta la Roma imperial, y a partir de entonces a las capitales metropolitanas europeas y a los Estados Unidos. Se apropia de la producción material y cultural de los no europeos, pero niega los logros de los demás y esa misma apropiación la utiliza para consolidar su Yo.
“Eurocentrismo es meter la heterogeneidad cultural en la camisa de fuerza de una perspectiva paradigmática según la cual se da por supuesto que Europa es la única fuente de significado, el centro de gravedad del mundo y la (realidad) ontológica para el resto del mundo” Multiculturalismo. Robert Stam y Ella Shomat.
A partir de esto, los medios de comunicación funcionan como expositores de esta filosofía, regida por la imposición de un sistema absolutista. Es precisamente por este motivo, que una gran cantidad de gente que nunca conoció otro modo de ver televisión, vive bajo los regimenes de este medio totalmente parcializado, creyendo que todo lo que ésta muestra es verdad, y lo que no se muestra no existe.
Debemos aclarar, igualmente, que la televisión es un mercado ante todo y que con la llegada del cable y el avance tecnológico del medio, hoy en día se hace mucho más fácil que las diversas ofertas televisivas tengan un espacio, pero lamentablemente, no el suficiente.
Los medios son forjadores de identidad y de deseos, controlan la mente humana de un modo tan efectivo como preocupante. Las sociedades de masas se dejan guiar por la estética del consumo que la televisión dicta. La publicidad, día tras día trata de buscar la venta de productos innecesarios, creando necesidades, por medio de la identificación con el consumidor. En la década del noventa, se vendía un producto por medio de un actor famoso o una estrella del medio; hoy en día la estética de las publicidades esta siendo modificada, intentando lograr un acercamiento con el potencial cliente del producto. Se trató de dejar de lado el deseo por el lado de lo utópico, tratando de acercarse al comprador de la manera más fiable.
El espectador promedio se tiene que relegar a entender las cosas del modo imperante, por lo tanto le cuesta demasiado encontrar métodos diferentes y toma el camino más fácil.
Tomando esta utilización del medio como aparato de consumo, hubo quienes intentaron romper con el modo en el que la T.V. se fue encaminando. Podríamos citar a tres directores: Godard, Rossellini y Paik, quienes trataron de utilizar al medio de comunicación con mayor llegada al público, de una manera en la cual se aprovecharan las utilizaciones y beneficios de este aparato de la comunicación. Por un lado Rossellini, creyente de la T.V como una ventana abierta al mundo. En la última etapa de su vida se dedicó a hacer un recorrido por las distintas etapas del hombre, afirmando que la observación de imágenes es una forma ideal para que la gente aprenda. Su gran proyecto consistió en la realización de una especie de Enciclopedia para la televisión en imágenes y sonido, ofreciendo a los ciudadanos telespectadores un conocimiento de los grandes acontecimientos de la historia, de las grandes corrientes de pensamiento, de los grandes inventos científicos, entre otras cosas.
Por otro lado J. L Godard, con Seis veces dos y France/Tour/Détour/Deux/Enfants, realizadas junto a Anne-Marie Miéville en 1976 y 1977-78 respectivamente. Estas dos series, encargo de una televisión que se incomodó al verse obligada a difundirlas, recurren a los procedimientos propios de las emisiones de televisión para llevar a cabo una pormenorizada crítica del conjunto de relaciones sociales dominantes como relaciones familiares, amorosas, laborales, educativas; relaciones hombre-mujer, campo-ciudad, niños-adultos y por supuesto, de las relaciones de representación del mundo con los diferentes sistemas existentes, entre los que se halla el cine y sobretodo, la televisión.
Cuando Godard intenta inventar algo para el Centro Pompidou, su primera proposición es Tele-Godard: una especie de cadena de autor en la que durante nueve meses emitiría sus propias "representaciones audiovisuales" de la actualidad. Esta "CNN" godardiana, es la última expresión de esta fascinación sociológicamente fundada: el mayor número de espectadores desde los años 60 no estaba en las salas de cine, sino ante los televisores. Godard, desde hace más de 30 años, siempre quiso dirigirse a este público, pero el mundo de la televisión no quiso realmente de lo que Jean-Luc Godard podía y quería ofrecerle.
Según Godard, la televisión no es un medio de expresión. “La prueba es que cuanto más tonto sea más fascinante resulta y más hipnotizadas quedan las personas en sus sillitas”. Eso es la televisión, pero según dice, podemos esperar que cambie. El problema es que si uno comienza a mirar la televisión, después ya no podrá separarse de ella. “Lo que hay que hacer es no mirarla”. No hay que considerarla, entonces, como un medio de expresión, sino de transmisión, hay que tomarla como tal. Si permanece como ese medio para hablarle del arte a la gente, es necesario emplearla.
Todas las características materiales de la televisión como los signos visuales y sonoros, fueron trabajadas por estos artistas, con resultados que pudieron ser apasionantes pero que permanecieron completamente externos, ajenos a la realidad de las prácticas de la televisión, como fue también el caso de Paik, pionero del videoarte, quien también intentó inventar una práctica artística del medio televisivo.
Estos tres intentos, recordados por acontecimientos recientes que toman sus fuentes en los años 60, manifiestan el fracaso, desde el punto de vista comercial y masivo, de tres aproximaciones diferentes a la televisión, desde el ángulo de la crítica política, de la creación estética y del potencial pedagógico. Investida por grandes creadores de esperanzas de diversa naturaleza, la televisión rechazó como un cuerpo extraño al crítico, al artista y al pedagogo. No se trata de decir que la televisión no produce formas. Se trata de admitir que los códigos estéticos y los instrumentos críticos importados de otros universos no son los pertinentes. De ahí se derivan los espectaculares fracasos de los tres grandes artistas de la segunda mitad del siglo XX, Rossellini, Godard, Paik.
Las formas del relato, de construcción visual, de disposición de lo visible y de lo sonoro, de la gestión del tiempo y del espacio, características de la televisión apuntan a un régimen autónomo. Estas combinaciones, claramente susceptibles de ser analizadas, reclaman nuevos instrumentos donde las aproximaciones de la crítica tienen un papel mínimo frente a los de la economía, la tecnología y la sociología. Trabajo necesario pero que, para aquel que se compromete, significa perder en dicho tránsito la valoración simbólica asociada al dominio artístico; esta es quizás la causa de la lentitud del estudio de los dispositivos televisivos, por parte de investigadores ensombrecidos por el reconocimiento de la pertenencia a un campo que no es el suyo, el campo artístico.
Como toda lucha política de la era posmoderna, la televisión pasa por el reino del simulacro de una cultura de masas, los medios de comunicación son absolutamente cruciales para cualquier discusión sobre el multiculturalismo. Los medios de comunicación contemporáneos modelan tanto la identidad como la personalidad del ser humano; de hecho hay muchos estudiosos que piensan que están situados cerca del centro mismo de la producción de identidad. En un mundo transnacional tipificado por la circulación global de imágenes y sonidos, bienes y gente, el número de espectadores de los medios de comunicación tiene un impactó muy complejo en la identidad nacional y en el sentido de pertenencia a un grupo.
Opinión Personal:
La neotelevision anuló la oposición entre la realidad (información) y la ficción (entretenimiento), por lo tanto el espectador se sumergió en un flujo televisivo. En esta fase, la televisión comienza a mirarse y a representarse a sí misma.
En los años noventa el proceso de la neotelevisión se acelera. El ecosistema mediático evoluciona de manera superlativa. Se podría decir que la etapa paleo/neo es superada y entramos en un proceso llamado hipertelevisión. Durante este periodo encontramos multiplicidad de programas narrativos, fragmentación de la pantalla, ritmo acelerado, ruptura de la linealidad narrativa. Todo esto proviene de las pantallas interactivas, de las experiencias de consumo hipertextual como puede ser el navegar en Internet o los video juegos. “La experiencia hipertextual ha construido un tipo de lector acostumbrado a la interactividad y las redes, un usuario experto en textualidades fragmentadas con gran capacidad de adaptación a nuevos entornos de interacción.”
Estamos en un momento de inmersión a una hipertelevisión , lo cual no quiere decir que la paleo o neo televisión desaparezcan, sino que se mezcla dentro de una nueva forma interactiva. Bajo este nuevo método de consumir televisión, se enfoca netamente en el receptor permitiendo ver y consumir lo que quiera cuando quiera. Remodelando los medios y un acercamiento al interés del usuario. La programación de los canales cada vez perderá mas eficiencia, siendo los eventos en vivo los únicos que mantendrán encendidos la esencia del vivo y el directo.
Chris Marker, un director que tiene su formación primero como novelista, ensayista y luego pasa a la imagen, ,más precisamente un documentalista ensayista, trabajando un montaje vertical, confronta al cine como arte de movimiento con la ficción a partir de fotos “La Ghette”. Hoy en día Marker investiga teniendo como referencia los hipervínculos de modo que utiliza los avances tecnológicos de modo experimental. Su última creación es un CD interactivo llamado “Inmemory” tomando a los avances como un modo de vinculación con el espectador de manera diferente.
Por otro lado, Godard toma al cine como el gran arte del siglo XX. Como un arte en proceso en desaparición centrándose en lo que fue y no en lo que puede ser. Tomando como ejemplo Historia(s) del Cine, donde tenemos un gran ensayo personal sobre el devenir de la historia cinematográfica. Este proceso que toma Godard, aunque sea nostálgico, también es un método de investigación y de explotación de los medios tanto cinematográficos como televisivos.
Bibliografía:
La estética posthipertextual, Carlos Scolari.
Cahiers du Cinema, número 138, Conversación con Jean Luc Godard.
Multiculturalismo. Robert Stam y Ella Shomat.
Requiem por una utopía. Rosellini, Godard, Nam Jum Paik, Jean-Michel Frodon
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